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Televisión: Luis Estrada desnuda la maldad en “Las muertas”

Televisión: Luis Estrada desnuda la maldad en “Las muertas”



“Yo creo que estaba destinado a hacer algo de Ibargüengoitia”, confiesa en un encuentro con los medios donde EL INFORMADOR estuvo presente Luis Estrada al hablar de “Las muertas”, su primera serie, un proyecto que durante años intentó concretar y que finalmente verá la luz este 10 de septiembre.

Basada en la célebre novela homónima de Jorge Ibargüengoitia, publicada en 1977, la producción revive una de las historias más oscuras y perturbadoras de la crónica criminal mexicana, reinterpretada con el sello inconfundible del director de “La ley de Herodes” y “El infierno”.

Estrada asegura que el vínculo con la obra surgió desde su adolescencia. “Tuve la suerte de leer la novela apenas apareció. Desde entonces empecé a imaginar cómo podría contar esta historia. Siempre supe que era un tema fuerte, delicado, que involucraba a las instituciones y a las fuerzas vivas de México. Por eso me obsesionó tanto, porque no era sencillo hallar el tono adecuado. Finalmente, después de tantos intentos, llegó el momento y me atrevo a decir que lo hice en la forma más ambiciosa posible: seis capítulos que yo mismo considero seis películas”, comparte.

La serie traslada a la pantalla la trama ficcionada de las hermanas Baladro –Arcángela y Serafina-, quienes construyeron un imperio de burdeles en la provincia mexicana de los años sesenta. Inspiradas en el caso real de las hermanas González Valenzuela, conocidas como “Las Poquianchis”, estas mujeres quedaron registradas como algunas de las asesinas seriales más despiadadas en la historia del país.

Entre la sátira y la gravedad

Lo que atrajo a Estrada de la novela fue su manera de transitar entre el humor negro y la denuncia social. “Creo que el gran reto fue el tono narrativo. Había que encontrar un equilibrio: por momentos la historia es sórdida y dramática, pero Ibargüengoitia logró abordarla con sátira. Ese fue el mayor desafío, traducir un lenguaje literario a un lenguaje audiovisual sin perder la esencia” explica.

En ese proceso, el director no solo se encargó de dirigir, sino también de coescribir y producir todos los episodios. “Para mí era muy importante que quien conociera el libro lo reconociera en la serie, y que, al mismo tiempo, quien llegue primero a la serie y después al libro, también pueda identificarlo. Respetar la visión de Jorge fue siempre la prioridad”, añade.

La producción, que se podrá ver en Netflix, fue filmada a lo largo de 22 semanas en Estados como Veracruz, San Luis Potosí, Guanajuato y la Ciudad de México; requirió un despliegue logístico monumental: más de 200 sets de época entre interiores y exteriores, además de cuatro foros en los Estudios Churubusco, donde se recrearon burdeles, casas y oficinas. “Sí, es mi proyecto más ambicioso”, admite Estrada.

El peso del reparto y la complicidad en el set

El elenco está encabezado por Arcelia Ramírez, Paulina Gaitán, Leticia Huijara, Joaquín Cosío y Alfonso Herrera, figuras que, según el director, le dieron solidez dramática al relato. “Tengo la fortuna de trabajar con actores extraordinarios. Todos ellos entendieron que la clave era no caricaturizar, sino encarnar a personajes complejos, atrapados en un contexto de corrupción y violencia”, afirma.

Para Leticia Huijara, quien interpreta a Eulalia Baladro, la experiencia significó un reencuentro con una familia creativa. “Trabajar con Luis es como regresar a casa. Conozco a este equipo desde hace años y lo que se genera en el set es una confianza enorme. Él es un director exigente, sí, pero también es cariñoso y sabe escuchar. Eso hace que todos nos sintamos cobijados”, comenta la actriz.

Huijara explica que su personaje fue uno de los retos más interesantes de su carrera. “Eulalia me parecía más una víctima que una villana. Es una mujer sumisa, guiada por la religión y la obediencia, que termina colaborando sin querer en los hechos terribles que suceden. Ese matiz fue lo que más me atrajo, porque se aleja mucho de lo que yo he hecho antes y hasta de mi propia personalidad”, señala.

Una mirada a la malicia

Estrada no duda en señalar que el núcleo temático de “Las muertas” es la exploración de la maldad. “Lo que me fascina de la novela es que nadie se salva. No hay redenciones. Hasta las víctimas, en algún momento, se convierten en victimarios. Me interesaba mostrar cómo el horror va transformando a los personajes, cómo las muchachas explotadas en los burdeles también terminan inventando formas de venganza. Ese es el verdadero juego de espejos que planteó Ibargüengoitia”, reflexiona.

La serie se sitúa en un México de los años sesenta, bajo la presidencia de Adolfo López Mateos, en pleno dominio del PRI, donde instituciones como la iglesia, el ejército y la policía forman parte del entramado de complicidades que permiten la existencia de estos crímenes. “No necesitaba hacer guiños contemporáneos. Los temas de corrupción, impunidad, trata de personas y abuso siguen vigentes. Por desgracia, esa es la actualidad que hace que esta historia siga siendo relevante”, apunta Estrada.

Amplía la propuesta de Ibargüengoitia

Uno de los cambios más notorios respecto a la novela original ocurre en el sexto episodio, donde se expande el desenlace. Al respecto, Estrada explica: “En el libro, el final se precipita. Jorge encadena los acontecimientos de manera muy rápida. Nosotros decidimos ampliar ese tramo para dar cierre al arco de los personajes y a las instituciones involucradas: la colusión con los poderes políticos, económicos, militares y policíacos. Siempre respetando la propuesta de Ibargüengoitia, pero desarrollándola con más amplitud”.

Ese ejercicio de adaptación partió de un riguroso trabajo de investigación. El equipo revisó expedientes judiciales, testimonios y documentos que sirvieron tanto a Ibargüengoitia en los setenta como ahora a la producción televisiva. “La sátira no significa improvisación. Al contrario, necesitábamos tener muy claros los referentes históricos para sostener la ficción”, precisa el director.

El director Luis Estrada aparece dirigiendo una escena de la serie “Las muertas”. CORTESÍA

Un homenaje necesario

Para Huijara, el proyecto representa un reto actoral y un acto de justicia cultural. “Me parece afortunado que Luis y Jorge terminen ligados en esta obra. Son imaginarios que se conectan de manera orgánica. Y creo que el resultado mostrará que sí merecía ser una serie, que sí merecía ser seis películas, como lo dice Luis. Porque más allá de la crudeza, es un relato que nos habla de quiénes somos como país”, afirma.

La actriz insiste en que lo más valioso fue el rigor y el cuidado con el que se trabajó. “Yo nunca me salgo del set, aunque no esté en la escena. Me encanta escuchar a Luis, verlo plantear la secuencia, entender cómo piensa la sátira. Es un director minucioso, pero también divertido. Esa combinación es única”, dice con entusiasmo.

El espejo de la realidad

Estrada concluye que “Las muertas” es, en el fondo, un reflejo de la sociedad mexicana. “Ibargüengoitia creó estados ficticios para contar esta historia, pero en ellos reconocemos a México. Los símbolos son claros: el capitán Bedoya como representación del ejército, la iglesia que bendice burdeles, las mujeres devotas que al mismo tiempo cometen atrocidades. Es un retrato deformado, pero fiel, de lo que seguimos siendo. Por eso esta serie no solo revisita el pasado, sino que dialoga con el presente”.

Acerca de “Las muertas”

Basada en la novela de Jorge Ibargüengoitia, “Las muertas” ficciona el ascenso y la caída de las hermanas Arcángela y Serafina Baladro, quienes construyeron un imperio de burdeles en el México de los años 60, quedando marcadas en la historia como las asesinas seriales más despiadadas y temidas del país.

CT

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