Netflix presentó recientemente el documental Número desconocido: Falsa identidad en el instituto, dirigido por Skye Borgman, que expone uno de los episodios más inquietantes de acoso digital en colegios de Estados Unidos durante los últimos años. La producción reconstruye cómo una adolescente y su novio empezaron a recibir mensajes anónimos cargados de insultos y amenazas, un hecho que, lejos de ser una simple broma pesada, se transformó en una espiral de hostigamiento que terminó afectando a toda la comunidad escolar.
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Voces reales, sin actores
La narrativa se construye únicamente con testimonios auténticos. Son los propios alumnos, padres de familia, docentes, autoridades escolares, periodistas y especialistas en delitos cibernéticos quienes narran lo sucedido desde su perspectiva directa. A diferencia de otras producciones, aquí no aparecen actores recreando escenas, sino las personas vinculadas al caso compartiendo reflexiones, vivencias y hasta investigaciones relacionadas.
En la lista de participantes destacan:
- Lauryn Licari, víctima de ciberacoso.
- Owen McKenny, novio de Lauryn y también víctima.
- Sophie Weber y Macy Johnston, amigas de la pareja.
- Khloe Wilson, amiga de Owen, Sophie y Macy.
- Adrianna, prima de Owen.
- Shawn y Kendra Licari, padres de Lauryn.
- Jill y Dave McKenny, padres de Owen.
- Bill Chillman, superintendente.
- Dan Boyer, director del instituto.
- Mike Main, sheriff.
- Bradley Peter, enlace del FBI.
- Dave Barberi, fiscal.
La historia detrás del caso
La trama central revela cómo Lauryn y Owen comienzan a recibir constantes ataques virtuales desde cuentas anónimas. Los mensajes, cargados de agresividad y amenazas, desencadenan una investigación que conmociona al pueblo, no solo por la gravedad del acoso, sino por descubrir quién se escondía detrás de esos perfiles.
La figura clave es Kendra Licari, madre de Lauryn, quien sorprendentemente resultó ser la responsable del hostigamiento. El documental no la retrata como una villana estereotipada, sino como una mujer con sus propias heridas y contradicciones, cuya participación rompió la lógica emocional de lo que significa proteger a un hijo.
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Una narrativa sobria y directa
Skye Borgman, reconocida por su trabajo en documentales de crímenes reales, elige un enfoque simple y contundente: entrevistas, archivos digitales y registros escolares reemplazan las dramatizaciones o reconstrucciones ficticias. De esta manera, la historia se cuenta de manera cruda, solo con los testimonios de quienes vivieron en carne propia el impacto del caso.
La producción contó con la colaboración de Ross M. Dinerstein y Rebecca Evans, productores con experiencia en el género tras participar en títulos como The Innocent Man. Sobre el enfoque, Evans explicó en entrevistas promocionales: “Queríamos que el espectador sintiera la incomodidad de no saber quién está detrás”.
BB