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Natalia Lafourcade hipnotiza al Telmex con las raíces poéticas de ‘Cancionera’

Natalia Lafourcade hipnotiza al Telmex con las raíces poéticas de ‘Cancionera’



Velada de exquisitez, versos poéticos, melancolía sonora y un viaje profundo a las raíces musicales de América Latina, trajo Natalia Lafourcade la noche del domingo a Guadalajara con su “Cancionera Tour”, proveniente de su más reciente material discográfico.

De la mano de Lafourcade, la música se volvió arte, un concepto a los sentidos, una experiencia de teatro vivo que invitó a la imaginación. El Auditorio Telmex se tiñó de rojo. En el escenario había, apenas, lo necesario; la veracruzana, vestida de carmesí,  apareció como una sacerdotisa, dejando una flor amarilla en el centro del recinto. Con nada más que su guitarra, la cantante dio inicio con la canción que da título a su álbum: “Cancionera”. Y se hizo el silencio en el Telmex. 

“De todas las flores”, “Cariñito de Acapulco”, “Cómo quisiera quererte” y “Pajarito colibrí” dieron transición a la experiencia sonora. “Qué enorme felicidad estar con todas y todos ustedes aquí,  Guadalajara”, dijo Natalia Lafourcade, tras cambiarse de atuendo al de una vieja cancionera borracha, y dirigiéndose al público de manera informal, descomplicada, libre.

“Llegué un poco desalineada, pero eso no es novedad.  Este escenario es para celebrar la canción, qué bonita es la canción, yo soy cancionera. Esta noche no es mía, es de ustedes “.

“Cancionera” resulta la maduración musical de las inquietudes estéticas y artísticas que Lafourcade inició desde “Musas”, iniciando un irrevocable camino musical en el que ha explorado, sin descanso, las tradiciones sonoras que nos han dado forma. Así lo sintieron los asistentes al concierto, un público mayormente joven, que ha seguido año con año la evolución de la cantante. “Es como la Chabela Vargas de nuestros tiempos”, aseguró Jazmín Martínez, de 28 años. “Hay que cuidarla”, dijo Héctor Rivera, de 35. “En esta época de regetón, lo que ella hace es de aplaudirse”

EL INFORMADOR/ H. FIGUEROA.

“Soledad y el mar”, “Mexicana hermosa” y “Nunca es suficiente “, clásicos de su repertorio, llenaron de vida los recintos hasta entonces hipnotizados por el aura sensual y mística con la que Lafourcade dio inicio al concierto. La cantante invitó al público a unirse con “El palomo y la negra”, convirtiendo al Telmex en un coro masivo que cantó guiado por la veracruzana.

“Me han regalado este tiempo para compartir con todas y con todos ustedes, así que vamos a aprovechar al máximo. Por favor acompáñenme, canten, sientan”, pidió la cantante. 

A pesar del viaje musical que la ha cambiado como artista, Natalia Lafourcade no dejó de lado los éxitos que marcaron su carrera: “Para qué sufrir”, “El lugar correcto”, “Amarte duele” “En el 2000” y “Amor de mis amores” fueron cantadas en su totalidad por los cientos de asistentes al concierto. 

Uno de los momentos más emotivos de la noche se vivió con “Vine solita”, una oda a la vida, pero también a la muerte, que es una de las piezas más reflexivas y profundas de su repertorio. 

Después de varios cambios de vestuario efectuados en el mismo escenario, y otra tanda de canciones a la vida, la muerte y el amor, Natalia Lafourcade se despidió de la noche con “Lo que construimos” “Derecho de nacimiento”, “Hasta la raíz” y “Mascaritas de cristal”.  La cancionera apareció de nuevo, tan solo para decir adiós, con su aura mística, sensual, misteriosa, tomando consigo su repertorio, sus canciones resguardadas en el fondo de su maletín, como una bruja de las melodías, llevándose en sí los misterios de la música, la poesía, la vida y la noche.

EL INFORMADOR/ H. FIGUEROA.

SV

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